lunes, 13 de junio de 2011

Las Sondas Voyager se dan un baño de espuma magnética en el límite del sistema solar

Las sondas Voyager 1 y Voyager 2, enviadas al espacio hace 33 años, se encuentran ya en los bordes de nuestro sistema solar, en medio de un curioso mar encrespado de enormes ‘burbujas’ magnéticas, según ha informado la NASA.

El análisis con modelos informáticos de los datos enviados entre 2007 y 2011 por estas sondas robóticas gemélas, han permitido establecer a los científicos que el límite del campo magnético del sistema solar no es liso, sino que está formado por una especie de ‘espuma’, compuesta por unas ‘burbujas’ aisladas del campo. El diámetro de cada una de estas burbujas podría alcanzar los 150 millones de kilómetros.

Los científicos explican que la causa de la aparición de las burbujas estriba en la propia rotación del Sol, ya que el movimiento del astro provoca que las líneas de su campo magnético se retuerzan, quiebren y se reorganicen. Debido a que el Sol gira, su campo magnético se revuelve, “como la falda de una bailarina”, y precisamente “las Voyager se encuentran ahora en esos pliegues”, señala el astrónomo Merav Opher, de la Universidad de Boston.

Los investigadores comentan que el hallazgo de la ‘espuma’, podría resultar útil, en particular, para estudiar la interacción del sistema solar con las radiaciones cósmicos que vienen del espacio remoto. Según explicó el profesor Eugene Parker de la Universidad de Chicago, citado por BBC, el borde del sistema solar es algo así como “una membrana permeable a los rayos cósmicos galácticos”. Los científicos suponen que éstas radiaciones penetran lentamente a través del mar de burbujas magnéticas “hasta que pueden acceder a los campos de líneas que se conectan con el Sol y escapar rápidamente”.

Los resultados de este estudio son de interés no solo para los físicos, sino también para los cosmonautas, que han de protegerse de las radiaciones nocivas para el organismo, y también para los constructores de la industria espacial, que tienen que tomar medidas para reforzar la protección de los equipos de los satélites frente al impacto de las partículas con cargadas magnéticamente.

Los investigadores se confiesan asombrados por este descubrimiento, ya que anteriormente se creía que las líneas de fuerza del campo magnético del Sol simplemente se curvaban como arcos y retornaban al astro.
Las sondas espaciales Voyager, lanzadas en 1977, van camino de alcanzar el borde del espacio interestelar, y actualmente se encuentran a unos 160.000 millones de kilómetros de la Tierra.

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