sábado, 18 de junio de 2011

El periodo de gran actividad que atraviesa el Sol podría devolvernos a una edad media tecnológica

Una tormenta solar de gran magnitud dejaría inservibles los satélites e inutilizaría la red eléctrica

Foto y Vídeo: NASA YouTube
Tras años de una inusual calma, el Sol atraviesa ahora un nuevo ciclo en el que ruge con más fuerza que nunca. El Astro rey está lanzando al espacio ingentes dosis de energía en forma de electrones, protones e iones a velocidades cercanas a la luz cargadas de radiación electromagnética. Y la Tierra no es inmune a este fenómeno, generalmente conocido como tormentas solares.
 
Los efectos de una tormenta solar sobre el planeta pueden ser de diversa consideración, desde espectaculares auroras boreales o australes hasta fallos críticos en nuestro sistema tecnológico. Y, de darse el peor de los casos, una de estas tormentas dejaría inservibles los satélites –algunos incluso podrían precipitarse sobre la superficie terrestre-, colapsaría las comunicaciones, afectaría a la navegación aérea y quemaría los transformadores de la red eléctrica. En unos instantes la Tierra quedaría sumida en una edad media tecnológica.
 
Pese a contener radiación, esta no dañaría a los seres vivos al estar protegidos por la atmósfera y el propio campo magnético. Solo los astronautas en misiones espaciales se verían afectados. Aún así la humanidad debería enfrentarse al reto de la ausencia de energía. La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos destacó recientemente en un informe de evaluación de riesgo realizado a petición de la Nasa que, de darse el caso, "la distribución de agua se vería afectada; habría carencia de alimentos y de medicamentos perecederos en 12-24 horas y también pérdida de acondicionadores de aire y aparatos de calefacción, además de problemas en los drenajes, en el servicio telefónico, en el suministro de combustible, etc.", .
 
Y eso sin contar las consecuencias que un panorama semejante pudiera desencadenar en unas centrales nucleares fuera de control y carentes de refrigeración. Según los cálculos realizados por la Academia de Ciencias, un catástrofe de este tipo significaría "de uno a dos billones de dólares en daños a la infraestructura de alta tecnología de la sociedad y se requeriría de cuatro a diez años para una completa recuperación". "La electricidad es la tecnología que representa la piedra angular de la sociedad moderna, de la cual dependen, prácticamente, todas las demás infraestructuras y servicios", apunta el mismo informe.
 
Desde hace varios meses los expertos están pronosticando la llegada de potentes tormentas solares. Aunque de tamaño medio, una de ellas levantó las alertas el pasado 7 de junio y, aunque finalmente no causó ningún tipo de daño, permitió a la Nasa grabar las impresionantes imágenes del momento de su origen en el Sol. "Estamos viendo cosas que nunca hemos visto antes", explicó Phillip Chamberlin, astrofísico de la NASA.
 
Y mientras que la furia solar se deja sentir, los expertos coinciden que el punto álgido de la actividad de la estrella llegará en 2012. Un dato que ha dado pie a teorías apocalípticas que se asocian incluso al fin del calendario maya y que los científicos, pese a mantener cierto grado de alarma, se afanan en desmentir.
 
'La llama gigante'
La historia ha dejado constancia de los efectos de las varias tormentas solares. La mayor de ellas acaeció en 1859 y es conocida como 'La llama gigante'. Sus efectos inutilizaron buena parte de un incipiente servicio de telégrafo que comenzaba a expandirse en Norteamericana y Europa. Se escribió incluso que la aurora que produjo permitía leer cómodamente el periódico en plena noche. Apuntan las crónicas de la época que "muchas personas, creyendo que era de día, se levantaron y comenzaron a preparar el desayuno". Más cercana en el tiempo resulta la que afectó a Canadá en 1989 y que dejó sin luz a seis millones de personas en la región de Quebec.
 
Resulta significativo que las predicciones ya avancen que a este periodo de gran actividad le sucederá otro de máxima calma que podría llevar a un descenso de las temperaturas.

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