lunes, 19 de agosto de 2013

La epigenética” o el más allá de la genética. Dale una mejor vida a tus descendientes

La Dieta Epigenética


La Dieta Epigenética


Estamos en la era genómica. Cada día descubrimos más acerca de cómo las enfermedades vienen descritas en nuestro genoma. Hoy día se están haciendo grandes avances en el campo de la genética: conocemos el efecto que tienen las variaciones genéticas en cada uno de los locus involucrados en el metabolismo de las grasas, etc. Dentro de pocos años, al nacer, nos entregarán un chip con nuestra información heredada: sabremos que tendencia a contraer determinadas enfermedades. Pero en genoma humano es sensible al entorno nutricional: nosotros mediante nuestra alimentación y hábitos de vida podemos conseguir que aquello que hemos heredado no se manifieste!

En efecto, los nutrientes regulan los genes. La nutrigenética es una nueva ciencia que estudia las interacciones  funcionales entre los alimentos y sus componentes , con el genoma del individuo. Así como la respuesta distinta de los individuos a la dieta. En función de su polimorfismo, puede que una persona con colesterol, responda bien a una dieta hipocolesterolémica y otra no. Es objetivo de la nutrigenética el hacer recomendaciones específicas  para obtener el máximo beneficio de la dieta pautada de modo individualizado para un individuo según su polimorfismo genético, es decir, tendemos a una nutrición personalizada, que va a evitar que se manifiesten determinadas patologías aunque estén escritas en nuestros genes.

La nutrigenómica es una ciencia que nace para estudiar los mecanismos moleculares y celulares que explican la distinta respuesta a la dieta por parte de los individuos, debido a variaciones en el genoma.
Sabemos que los nutrientes modulan la expresión de los genes. La nutrigenómica tiene como objetivo analizar cómo los nutrientes y otros componentes químicos de la dieta modifican la expresión de los genes y participan interaccionando con ellos.
Pero los investigadores se han dado cuenta que no basta con conocer la secuencia de genes de un organismo para entender cómo funciona. Hace falta saber también cómo funcionan los genes y qué les hace que funcionen de esta manera. Pues el ser humano es una mezcla de genes y ambiente. No sólo la dieta sino las emociones, el entorno, los estímulos intelectuales, los hábitos tóxicos y los hábitos saludables acaban influyendo más que los genes en nuestro organismo. Ni siquiera los clones, genéticamente idénticos, acaban siendo iguales, dependiendo de los factores ambientales que hayan rodeado a cada uno.

Es por eso, que una buena noticia se nos presenta: no te preocupes tanto de tus genes, preocúpate de que éstos no se manifiesten. Por ello nace otra nueva ciencia: “la epigenética” o el más allá de la genética. Según Manel Esteller (director del laboratorio de epigenética del centro nacional de investigaciones oncológicas CNIO) nuestros genes pueden cambiar con el ambiente. Nuestros genes tienen “marcas bioquímicas” que no son genéticas, pero que determinan su desarrollo: son marcas epigenéticas. Algunas alteraciones epigenéticas son buenas, y otras tienen un papel fundamental en el desarrollo de la enfermedad. Una de estas alteraciones epigenéticas es “la metilación”. El 90% de cáncer de mama no es hereditario. Las pacientes no han nacido con una mutción genética, sino que un gen clave en el cáncer de mama está incorrectamente metilado. En todos los tumores hay un componente genético y otro epigenético, según Esteller. Salvo en casos como el tabaco, no es fácil establecer una relación entre agentes ambientales como la dieta y la epigenética. Pero sí es una certeza que hay alimentos que influyen en la epigenética.

La epigenética se ocupa de los patrones hereditarios de la expresión de los genes que se mantienen estables y que suceden sin que haya cambios en la secuencia de ADN. Los principales cambios en el patrón epigenético son: la metilación del ADN y la diferente organización de las histonas. Hay evidencias de que la metilación del genoma varía según los tejidos, los individuos o las condiciones de enfermedad en adultos, y se ha visto que la desorganización de la impronta genómica está relacionada con diferentes enfermedades en adultos como la obesidad y el síndrome metabólico.

Se ha visto que estas alteraciones epigenéticas pueden ser debidas a la dieta anterior al desarrollo uterino, al ambiente intrauterino y a la alimentación materna durante el embarazo, así como a las características de la alimentación peri y pos natal. Cada vez que se avanza en el conocimiento de la influencia de alimentación en el estado epigenético del genoma y sus repercusiones fenotípicas es posible ir conociendo mejor las posibles causas de obesidad y diseñar nuevas estrategias para su prevención.

La importancia de la epigenética en la alimentación es tal, que si un individuo está predispuesto genéticamente a desarrollar cierta enfermedad y realiza cambios adecuados en la dieta, estamos actuando de modo epigenéticamente positivo evitando o atenuando la enfermedad. De la misma manera que si la dieta es inapropiada, la influencia epigenética negativa actuaría desencadenando o agravando la enfermedad. Los genes no determinan si vas a enfermar, sólo son responsables de la predisposición. La activación se dichos genes se debe a entre otras cosas, marcadores epigenéticos como la alimentación.


Estos marcadores epigenéticos actúan de tres maneras: metilando el ADN, modificando las histonas o mediante la impronta genómica.

Sabemos que un momento clave en la epigenética en el momento del embarazo, de modo que una malnutrición durante la vida intrauterina va a dar consecuencias en la salud de los hijos: mayor incidencia de cálculos renales, HTA, aumento de colesterol, mayor incidencia de cáncer de mama...
Un bajo peso al nacer también va a traer más riegos de desarrollar diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular. Todas ellas son enfermedades del adulto programadas por el medio ambiente.
 La epigenética confiere memoria a las células. Loa alimentos que consumimos a diario pueden afectar a nuestros genes.

Hoy ya sabemos algunos alimentos anticáncer como el té verde (7) (8), cuyas sustancias ricas en epigalocatequinagalato (EGCG) y otros polifenoles presentes en cantidades farmacológicamente significativas en el té verde y  en el té negro aunque en cantidades menores para combatir el  mieloma múltiple y algunos linfomas al inducir la apoptósis mediante la inhibición de la activación del proteasoma (inactivan un gen que favorece el cáncer).

Otro alimento de la Dieta Epigenética es el brécol y las verduras crucíferas (7)(8). Este grupo está constituido por el brócoli,  coles de Bruselas, col blanca y roja (col lombarda) y repollo. Contienen selenio,  vitamina C y  glucosilonatos que cuando se hidrolizan en el colon por la flora microbiana producen una serie de productos: isotiocianatos, indoles, sulfurafanos e indol carbinol que poseen propiedades quimiopreventivas que se asocian  con la inhibición de carcinógenos. El contenido de glucosinolatos  en los repollos de Bruselas (237 mg/100 g) es cuatro veces superior que el contenido en el brócoli (62 mg/100 g), coles blancas o rojas (65 mg/g) y seis veces superior que el contenido en el coliflor (43 mg/g).   Por el contrario, el contenido en sulfurafanos es mucho mayor en el brócoli que en otras crucíferas. Se ha observado que el consumo de estas verduras en animales de experimentación inhibe la acción de carcinógenos producidos por el consumo de tabaco como la  metil-nitrosamina, butanone e  hidrocarburos aromáticos heterocíclicos. Los  sulfurafanos son los responsables del efecto protector (desintoxicación) que presentan las verduras crucíferas contra las sustancias carcinógenas. Los sulfurafanos presentan también efectos directos contra las células cancerosas a través de  su destrucción o al inducirles apoptosis (suicidio inducido).
Estos efectos se han observado en células de cáncer de colon, próstata y de leucemia linfoblástica aguda. En otros estudios se han observado resultados espectaculares en modelos animales de cáncer de pulmón y esófago. Los sulfurafanos poseen además propiedades bactericidas contra Helicobacter pylori que como se ha demostrado recientemente es una de las causas en el desarrollo del cáncer de estómago.  Los  sulfurafanos  son los  isotiocianatos  con mayor potencial anticáncer y por extensión el brócoli es uno de los alimentos más importantes en la prevención del cáncer a través de la dieta. También existen evidencias que las verduras crucíferas poseen un importante papel en la protección contra el cáncer de mama, vejiga, colon, próstata, páncreas y testículo.
Actúan frenando el crecimiento tumoral y produciendo apoptosis (suicidio inducido de las células cancerosas). Estudios epidemiológicos ofrecen evidencias que el consumo de vegetales crucíferos protege contra el cáncer más eficazmente que el consumo total de frutas y verduras. Mas del 70% de los isocianatos presentes en las verduras crucíferas se eliminan por la orina en las primeras 12 horas tras la ingesta. 
En un estudio que analizó 252 casos con  cáncer de vejiga desarrollados en una población de 47.909 profesionales de la salud durante un período de 10 años, se observó que los individuos que consumían 5 o más servicios de verduras crucíferas (particularmente brócoli y repollo) cada semana presentaban un riesgo de desarrollar cáncer que era la mitad que el de los individuos que comían uno o menos servicios cada semana. El  mismo efecto se observó en las mujeres con cáncer de mama. El consumo de estos vegetales se asoció también con menor riesgo de desarrollar otros cánceres como el de pulmón, colon, recto, próstata y estómago. En un estudio se observó que el consumo de tres o más servicios de verduras crucíferas cada semana era más efectivo que el tomate para prevenir la aparición de cáncer de próstata. Además, el consumo de tres o cuatro servicios de brócoli es suficiente para proteger a los individuos contra la aparición de pólipos de colon, que son importantes precursores del cáncer de colon.    
Estos alimentos pueden conservarse en nevera hasta 7 días sin que se altere su contenido en  glucosilonatos. Si se hierven en abundante  agua, se pierde el 56% de losglucosilonatos en los primeros 2 minutos, mientras que si se hierven entre 8 y 12 minutos el contenido de glucosilonatos cae un 70%. En cambio si se cocinan al vapor, en microondas a baja potencia o fritos no se altera el contenido de  glucosilonatos.
Igualmente, cuando se cocinan al vapor, se incrementa el contenido de beta-caroteno, alfa-gamma tocoferol  comparado con el contenido del brócoli fresco. Durante el proceso de fritado, la  vitamina C y los  derivados fenólicos del brócoli, se afectan mucho más que los  glucosilonatos y minerales; a menos que se friten con aceite de oliva virgen en cuyo caso no se altera el contenido de vitamina C. La conservación de glucosilonatos es independiente del tipo de aceite utilizado al fritarlos. El proceso de congelación también reduce en gran medida, el contenido de  glucosilonatos  en las verduras crucíferas.  
El zumo de granada es otro alimento anticáncer (7)(8). Se utiliza desde hace miles de años en  la medicina persa. Posee propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, que han sido confirmadas en estudios experimentales en cáncer de próstata y en cáncer de mama. En cultivos celulares de cáncer de mama, se observó apoptosis (suicidio inducido) de las células malignas cuando se utilizaba extracto de granada y soja por separado, mientras que cuando  se combinaban, el tratamiento era más efectivo. El jugo fermentado de granada libera más polifenoles que el zumo fresco por lo que  su efecto anticáncer es mayor. La utilización de zumo de granada detiene el crecimiento de células de cáncer de próstata y disminuye las cifras de PSA en suero el suero de ratones a los que se les han implantado tumores de próstata. Recientemente se ha demostrado que el extracto de zumo de granada inhibe la formación de nuevos vasos sanguíneos (anti-angiogénesis) por el cáncer de próstata. Un estudio realizado en pacientes con cáncer de próstata que habían fracasado al tratamiento con cirugía o radioterapia y en los que se estaba elevando el PSA, el tratamiento con 250 ml. de zumo de granada cada día produjo un enlentecimiento del crecimiento tumoral demostrado por un incremento significativo del tiempo de duplicación del PSA que era de 15 meses en los pacientes que no recibieron el zumo de granada, mientras que en los pacientes que lo recibieron, el tiempo de duplicación del PSA fue de 54 meses.  

¿Cuál es la dieta ideal según la epigenética? 


La epigenética no propone un régimen especial ni estricto. Lo importante es contar con los nutrientes que pueden ayudar a nuestros genes y para esto, es necesario regresar a la alimentación natural. El ser humano cambió de manera drástica su alimentación en los últimos miles de años pero nuestros organismos no han evolucionado del mismo modo, por lo que la alimentación basada en productos no adecuados para nuestros genes produce numerosos efectos negativos en nuestra salud. 

En el mundo occidental es prácticamente imposible satisfacer nuestras necesidades nutricionales de manera correcta. Está comprobado que el uso de químicos durante el cultivo tiene un gran efecto sobre nuestra salud. Asimismo, la higiene excesiva extermina bacterias saludables como las productoras de vitamina B12, una muy importante para el organismo. La elección de productos orgánicos, si bien un poco más caros que los tradicionales, es una pequeña ayuda a la calidad de los nutrientes recibidos. 



La malnutrición no está relacionada exclusivamente con la falta de alimento, sino con una pobre incorporación de nutrientes. Muchas personas con obesidad no están bien nutridas, puesto que no saben cuáles son los nutrientes esenciales que necesita el organismo y cómo suministrarlos. Las frutas, verduras y otros alimentos naturales contienen componentes bioactivos que pueden ayudarnos a sanar a nuestros genes y mejorar nuestra información genética para nosotros y para las generaciones futuras. 

Las vitaminas del grupo B, especialmente la B9 y B12, son esenciales en los procesos metabólicos del ADN. La vitamina D ha mostrado una gran importancia porque ayuda a prevenir la hipertensión, la esclerosis múltiple y algunos tipos de cáncer, asimismo, es muy útil en la estabilización de las moléculas de ADN. 
Llevar una dieta equilibrada es el principio de una vida (y una descendencia) más sana. La base de una alimentación inteligente deben ser los productos naturales. Las frutas, verduras, cereales integrales y un gran número de alimentos sin procesar son indispensables en la alimentación diaria. 

Incorporar legumbres y reducir al mínimo posible el consumo de lácteos y carnes ayuda a obtener proteínas y vitaminas de calidad, minimizando el consumo de grasas y otros problemas presentes en los productos de origen animal. 

Algunos de los alimentos estrella, es decir, aquellos que siempre han de estar presentes en la mesa familiar son el brócoli, el aguacate, las mandarinas y las granadas. Las verduras de hojas verde oscuro son ricas en hierro y ácido fólico, los cereales integrales proporcionan vitaminas del grupo B, E y fibra. 

El consumo de carnes, especialmente si son rojas, debe minimizarse y seleccionar cuidadosamente el tipo de carne. Es fundamental evitar los embutidos u otros productos procesados. El exceso de sal, el azúcar de mesa y las harinas blancas quitan nutrientes al organismo, por lo que pueden presentarse carencias aún con una alimentación sana. Lo mejor es evitarlos o reemplazarlos por otros más saludables, como la sal marina o de roca, los endulzantes naturales y los cereales integrales,respectivamente. 

Una exposición al sol es suficiente para que nuestro organismo produzca los niveles necesarios de vitamina D. Con diez o quince minutos al día será suficiente para suplir las necesidades   diarias.

Conclusiones 

La famosa frase “Somos lo que comemos” adquiere un gran significado para la epigenética. No sólo somos lo que comemos, sino que nuestros hijos y nietos también       serán según nuestra propia alimentación. 

Si bien existen otros factores además de los nutricionales que pueden modificar el ADN, tenemos en nuestras manos una llave invaluable para reducir el riesgo de ciertas enfermedades en las generaciones futuras.

Aplicar la dieta epigenética dos meses antes y hasta dos meses después de la concepción:



Existe la herencia epigenética, el que los bebés nazcan en condiciones de climatología extrema, por ejemplo, va a hacer que almacenen grasas en sus tejidos y arterias y tengan mayor incidencia de infarto.

Las madres que sufren vómitos extremos durante el embarazo, van a tener un déficit de ácido fólico y Vit B12. Van a ser necesarios aportes extras en alimentos ricos en folatos como las berenjenas y judías, que participan en la metilación y actividad genética. Una dieta deficitaria en donadores de grupos metilo puede dar mayor incidencia de enfermedad cardiovascular, cáncer, trastornos neuropsiquiátricos en el futuro bebé. Así como complicaciones epigenéticas en el desarrollo fetal y postnatal, mayor vulnerabilidad a la obesidad, Sdme. Metabólico, HTA, enfs. cardiovasculares y diabetes tipo 2 en el futuro bebé.

La alimentación del recién nacido también condiciona su futuro de salud. Sólo querría hacer un inciso en el material de los biberones, hay que evitar que contengan Bisfenol A, ya que pueden activar genes que deberían permanecer inactivos. Y van a acelerar el paso a la pubertad en las niñas, ya que desprenden estrógenos sintéticos, lo mismo que el recubrimiento interno de las latas de conservas.


Vemos pues cómo la epigenética está al servicio de la prevención del cáncer. Cómo la medicina Epigenética nos va a permitir tratar la enfermedad antes de que ésta se manifieste. Y cómo en las próximas décadas el papel preventivo de esta medicina de la mano de la “Nutrición epigenética” va a ser fundamental para hacer una auténtica medicina preventiva.


Tel. 93 419 86 76

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