martes, 10 de abril de 2012

Reivindicando a Zecharia Sitchin II por Alan Brain


1era edicion del 12avo planeta de Zecharia Sitchin.
Primera edición del "12avo planeta" de Zecharia Sitchin.
Esta es nuestra defensa del ilustre doctor Zecharia Sitchin, a quien esos bajos espíritus tildaron, y tildan aún, de charlatán, farsante y hasta demente.
Si, como vimos en la primera entrega, los Anunnaki sí están mencionados en las tablillas de barro sumerias, y los mitos no siempre son “mitos“, ¿de qué más se le acusa a Zecharia Sitchin?

Zecharia Sitchin y la maldición de Nibiru o el Planeta X

El peor crimen de Zecharia Sitchin fue afirmar que en el Sistema Solar existe un planeta llamadoNibiru, cuya gigantesca órbita elíptica, que sólo se acerca a la Tierra cada 3,600 años, lo ha mantenido escondido de nuestros telescopios. Nibiru, popularizado como el Planeta X, es el lugar de donde vinieron los Anunnaki.
Zecharia Sitchin desarrolló esta teoría a partir de sus interpretaciones de la tablillas babilónicas llamadas “Enuma Elish” y del análisis de varias representaciones pictóricas sumerias, en particular de sus sellos cilindro. Para la mayoría de académicos, el “Enuma Elish” es un mito que narra un enfrentamiento entre los dioses. Para Sitchin, es un texto histórico que describe en detalle la colisión entre el planeta Nibiru (denominado Marduk en el relato) y el planeta Tiamat, que dio origen al planeta Tierra, a su único satélite y al cinturón de asteroides.
“El Señor (Marduk o Nibiru) puso un pie sobre la parte superior de Tiamat; con su arma le separó el cráneo, cercenó las arterias de su sangre e hizo que el Viento Norte lo llevara a lugares hasta entonces desconocidos. La otra mitad de ella como pantalla para los cielos levantó. Curvó la cola de Tiamat, para formar como un brazalete la Gran Banda;”
Este es un buen ejemplo para ilustrar una de las acusaciones más comunes de las que es objetoZecharia Sitchin.
“Sitchin malinterpreta las tablillas sumerias”.

Diagrama de la supuesta colisión entre el planeta Nibiru o Marduk, y el planeta Tiamat que habría dado origen a la Tierra y su satélite.
En este extracto del “Enuma Elish”, Zecharia Sitchin ve cómo el planeta Nibiru colisiona con el planeta Tiamat, partiéndolo en dos mitades. La mitad superior se convertiría en el planeta Tierra y la mitad inferior daría lugar a la Luna y al cinturón de asteroides. Luego, las órbitas de todos los planetas se estabilizarían hasta llegar al Sistema Solar que conocemos hoy en día. A causa de la colisión, el planeta Nibiru desarrolló una gigantesca órbita de 3,600 años.
Si bien Sitchin se pierde, y seguramente se equivoca en los detalles, la esencia de su propuesta es difícil de descartar. El “Enuma Elish” podría ser, en efecto, un relato que narra explosiones o colisiones estelares relacionadas con la creación del universo y del Sistema Solar.
En 1902, setenta años antes que Sitchin, el estudioso de la civilización sumeria Leonard William King sostuvo que los dioses y monstruos del relato representaban componentes astronómicos. En su interpretación, Tiamat representa una estrella o constelación y Marduk representa al planeta Júpiter.
Al margen de la interpretación de Leonard King y de la habilidad lingüística de Sitchin, quien leía hebreo desde su infancia y dedicó la mitad de su vida al estudio de los textos cuneiformes grabados en las tablillas de barro sumerias, es pertinente hacerse la siguiente pregunta: ¿qué tan exacta puede ser la interpretación de estos textos sumerios de más de 5,000 años de antigüedad?
James B. Pritchard, autoridad en textos antiguos del Medio Oriente, nos cuenta con qué precisión se puede interpretar los textos de las tablillas sumerias. En este caso, específicamente el mito de Enki y Ninhursag.
“Desafortunadamente, el propósito principal de este mito, como un todo, no queda claro de ninguna manera, y las implicancias mitológicas y literarias de sus numerosos y variados motivos no son fácilmente analizables”.
Elegante manera de admitir que la interpretación de estos textos admite más de una versión. Peor aún, cuando muchas de las tablillas están dañadas y son difíciles de reconstruir. El terreno para la especulación se hace cada vez más amplio.

Zecharia Sitchin y uno de sus Anunnakis preferidos, Enki. Sitchin noveló tanto la vida de Enki que le dedicó un libro "El libro perdido de Enki".
La vida novelada de los Anunnaki
Este es el error que ha hecho que muchos crean que Zecharia Sitchin es un escritor de ciencia ficción, y que lo asocien erróneamente con escritores de dudosa reputación, como Maximilien de Lafayette, y con aquellos que sostienen que un grupo de reptiles domina el planeta.
Revisemos el siguiente pasaje de un relato sumerio citado en su libro “Hubo gigantes en la Tierra”:
“Alalu estaba sentado en el trono. El poderoso Anu, primero entre los dioses, estaba ante él, postrado a sus pies, con la copa de la bebida en la mano… en el noveno periodo, Anu le presentó batalla a Alalu.”
Sitchin lo interpreta de la siguiente manera:
“Sirviendo, por tanto, como copero real (labor que exigía la máxima lealtad), Anu traiciona la confianza del rey y se apodera del trono en un sangriento golpe de Estado.”
¿Copero real?
Sitchin no necesita explicar que Anu es el copero real. No tiene como saberlo pero, en aras de proveer a sus lectores de un relato pormenorizado, lo asume y probablemente se equivoca.
Así, Zecharia Sitchin ha convertido la vida y obra de los Anunnaki en algo parecido a la trilogía de la “Guerra de las Galaxias’, con traiciones, intrigas, romances y guerras.
Si pudiéramos editar a Sitchin, omitiendo la novela de los Anunnaki, la impresión general sería otra.
Zecharia Sitchin, como merece ser recordado, un acucioso investigador y analista incansable.
Zecharia Sitchin no es un gurú, no creó ninguna religión o secta, y por eso sus palabras no deben ser tratadas como dogma.
Entonces, ¿por qué debemos leer a Sitchin?
  • Porque ha sido capaz de contarnos una historia alternativa y coherente de la humanidad, de manera global, remontándose en el tiempo cientos de miles de años.
  • Porque en las historias de Sitchin no hay eslabones perdidos ni desarrollos humanos inexplicables: para él todo tiene una explicación, así sea la menos imaginada.
  • Porque, al margen de su gran teoría, tiene cientos de pequeñas conexiones basadas en análisis científicos, que son un buen punto de partida para investigaciones más amplias. Basta con leer algunas páginas de sus “Crónicas de la Tierra” para confirmarlo.
  • Porque tiene muchas hipótesis interesantes sobre la mayoría de preguntas que se hace el ser humano desde el inicio de los tiempos.
  • Porque, olvidando a los Anunnaki, lo que nos queda es un agudo y exhaustivo trabajo de fuentes históricas, arqueológicas y lingüísticas. Sitchin, sin los Anunnaki, es un historiador serio. En sus investigaciones nos presenta información valiosa que, de otra manera, habría quedado en el olvido.
Ese es el legado de Zecharia Sitchin.
Si leemos a Sitchin con mente abierta, corremos el “riesgo” de maravillarnos ante la existencia de tanto conocimiento y de sentir el agrio sabor del óxido intelectual.
Al unirnos con los dioses, Zecharia Sitchin nos ofrece la posibilidad de mirarnos de manera diferente, de aspirar a un mejor entendimiento de esta existencia y, por qué no, de regalarnos un soplo de eternidad frente a la muerte.
Fuentes:
- James B. Pritchard (1969). Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament. Princeton University Press.
- Zecharia Sitchin (2010). Hubo gigantes en la Tierra. Ediciones Obelisco.

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