Imagen de la marca en la superficie de Júpiter | AP
El estudio de Júpiter, el planeta más grande del sistema solar ayudará a desvelar los orígenes del grupo planetario gracias a la misión Juno de la NASA, que partirá mañana en un viaje de cinco años en el que se espera que sorprenda no sólo con respuestas sino con descubrimientos inesperados.
La misión Juno es la segunda misión que se eligió bajo el plan "Nuevas Fronteras", un programa mixto entre la NASA y la empresa privada, centrado en un proyecto para la exploración del sistema solar con un presupuesto de 1.000 millones de dólares.
Juno, la diosa de la maternidad y protectora de las mujeres en la mitología romana, partirá al encuentro de su esposo Júpiter, la deidad principal del panteón romano, a bordo de un cohete Atlas V desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA en Cabo Cañaveral (Florida), en busca de respuestas científicas.
En entrevista con EFE, Adriana Ocampo, de la división de Ciencias Planetarias de la NASA y responsable de la misión, indicó que entre las incógnitas que se quieren despejar está el papel que jugó Júpiter en la evolución y el origen del sistema solar y de la Tierra.
Y es que este planeta de grandes dimensiones tiene un gran campo magnético que actuó como barrera para impedir que las moléculas dispersas en el Universo en el principio de su historia quedaran fuera del sistema solar y permitieran que se diera la vida.
Su campo gravitatorio logró atrapar las moléculas de hidrógeno y oxígeno con las que se forma el agua, ingredientes fundamentales con los que empezaron a desarrollarse los océanos y la atmósfera de la Tierra, que crearon las condiciones necesarias para la vida.
"En vez de haber sido totalmente árida, como hubiera sido si no hubiera tenido moléculas de agua y atmósfera, le dio la oportunidad de poder capturar estas moléculas livianas", indicó Ocampo. La pregunta que quiere resolver Juno es por qué en la Tierra se dio la vida como la concebimos y no en otros planetas.
"Sabemos que para la vida se necesitan por lo menos tres ingredientes: un material orgánico, agua líquida y una fuente de energía", como se dio en la Tierra, "pero hay otros lugares en nuestros sistema solar que pudieron haber tenido o están teniendo esa combinación, lo que hace especialmente interesante esta misión", explica.
La composición gaseosa de Júpiter, principalmente de hidrógeno y helio, es conocida pero la comunidad científica no sabe dónde empieza el núcleo y si tiene una parte sólida, duda que tratarán de despejar con Juno.
Otro de los objetivos es analizar los cambios climatológicos de Júpiter y el impacto que tienen en la Tierra.
Desde el siglo XVII los científicos han observado la "gran mancha roja" de Júpiter, una tormenta cuya área es dos o tres veces el tamaño de la terrestre y que recorre el planeta desde hace más de 300 años.
"No sabemos el mecanismo que hace que una tormenta dure cientos de años, si podemos entender el sistema climático tan complejo de Júpiter, también vamos a poder entender el sistema climático de nuestro planeta y a lo mejor predecir mejor ciclones y huracanes", señaló.
Su campo magnético es tan fuerte, que si hubiese llegado a ser más grande, Júpiter hubiera sido una estrella, no un planeta, y nuestro sistema solar hubiera sido binario. Pero no llegó a tener la suficiente masa para encenderse como una estrella.
Es además como "una entidad viviente", dijo Ocampo, ya que cambia, se mueve constantemente, el sol le influye y a su vez influye sobre los otros planetas.
Después de más de seis años de preparación, Juno partirá mañana y Ocampo asegura que tanto para ella, como para el equipo de 250 personas que trabaja en la misión es "muy satisfactorio", ya que "se ha conseguido hacer al costo asignado y en el tiempo asignado".
Cuando llegue a su destino en 2016, Juno dará 33 vueltas a la órbita de Júpiter para tratar de contestar a algunas de estas preguntas pero "estoy segura que van a salir muchos descubrimientos que no esperábamos", aseguró Ocampo.
La misión Juno es la segunda misión que se eligió bajo el plan "Nuevas Fronteras", un programa mixto entre la NASA y la empresa privada, centrado en un proyecto para la exploración del sistema solar con un presupuesto de 1.000 millones de dólares.
Juno, la diosa de la maternidad y protectora de las mujeres en la mitología romana, partirá al encuentro de su esposo Júpiter, la deidad principal del panteón romano, a bordo de un cohete Atlas V desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA en Cabo Cañaveral (Florida), en busca de respuestas científicas.
En entrevista con EFE, Adriana Ocampo, de la división de Ciencias Planetarias de la NASA y responsable de la misión, indicó que entre las incógnitas que se quieren despejar está el papel que jugó Júpiter en la evolución y el origen del sistema solar y de la Tierra.
Y es que este planeta de grandes dimensiones tiene un gran campo magnético que actuó como barrera para impedir que las moléculas dispersas en el Universo en el principio de su historia quedaran fuera del sistema solar y permitieran que se diera la vida.
Su campo gravitatorio logró atrapar las moléculas de hidrógeno y oxígeno con las que se forma el agua, ingredientes fundamentales con los que empezaron a desarrollarse los océanos y la atmósfera de la Tierra, que crearon las condiciones necesarias para la vida.
"En vez de haber sido totalmente árida, como hubiera sido si no hubiera tenido moléculas de agua y atmósfera, le dio la oportunidad de poder capturar estas moléculas livianas", indicó Ocampo. La pregunta que quiere resolver Juno es por qué en la Tierra se dio la vida como la concebimos y no en otros planetas.
"Sabemos que para la vida se necesitan por lo menos tres ingredientes: un material orgánico, agua líquida y una fuente de energía", como se dio en la Tierra, "pero hay otros lugares en nuestros sistema solar que pudieron haber tenido o están teniendo esa combinación, lo que hace especialmente interesante esta misión", explica.
La composición gaseosa de Júpiter, principalmente de hidrógeno y helio, es conocida pero la comunidad científica no sabe dónde empieza el núcleo y si tiene una parte sólida, duda que tratarán de despejar con Juno.
Otro de los objetivos es analizar los cambios climatológicos de Júpiter y el impacto que tienen en la Tierra.
Desde el siglo XVII los científicos han observado la "gran mancha roja" de Júpiter, una tormenta cuya área es dos o tres veces el tamaño de la terrestre y que recorre el planeta desde hace más de 300 años.
"No sabemos el mecanismo que hace que una tormenta dure cientos de años, si podemos entender el sistema climático tan complejo de Júpiter, también vamos a poder entender el sistema climático de nuestro planeta y a lo mejor predecir mejor ciclones y huracanes", señaló.
Su campo magnético es tan fuerte, que si hubiese llegado a ser más grande, Júpiter hubiera sido una estrella, no un planeta, y nuestro sistema solar hubiera sido binario. Pero no llegó a tener la suficiente masa para encenderse como una estrella.
Es además como "una entidad viviente", dijo Ocampo, ya que cambia, se mueve constantemente, el sol le influye y a su vez influye sobre los otros planetas.
Después de más de seis años de preparación, Juno partirá mañana y Ocampo asegura que tanto para ella, como para el equipo de 250 personas que trabaja en la misión es "muy satisfactorio", ya que "se ha conseguido hacer al costo asignado y en el tiempo asignado".
Cuando llegue a su destino en 2016, Juno dará 33 vueltas a la órbita de Júpiter para tratar de contestar a algunas de estas preguntas pero "estoy segura que van a salir muchos descubrimientos que no esperábamos", aseguró Ocampo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario