2 de agosto de 2012: Cuando Curiosity (Curiosidad, en idioma español) ingrese a la atmósfera de Marte, el 6 de agosto, se iniciarán los "siete minutos del terror" de los que la gente en todo el mundo habla desde su lanzamiento, hace un año. En ese momento, el intrépido vehículo explorador estará realizando, en verdad, lasegunda proeza de la misión.
La primera tuvo lugar en julio.
Durante los últimos nueve meses, Curiosity ha estado actuando como doble de riesgo de los astronautas, exponiéndose a la misma radiación cósmica que los seres humanos experimentarían si realizaran el mismo camino hacia Marte1.
"Curiosity ha sido golpeado por cinco grandes eventos de llamaradas y partículas solares en el trayecto entre la Tierra y Marte", dice Don Hassler, del Instituto de Investigaciones del Sudoeste (Southwest Research Institute, en idioma inglés), ubicado en Boulder, Colorado. "El vehículo explorador está seguro y ha estado enviando datos invaluables".
A diferencia de los vehículos exploradores todo terreno que ya se han empleado en Marte, Curiosity está equipado con un instrumento que mide la radiación espacial. El Detector Evaluador de Radiación (Radiation Assessment Detector, en idioma inglés), también apodado "RAD", según su acrónimo en idioma inglés, cuenta los rayos cósmicos, así como los neutrones, protones y otras partículas en un amplio rango de energías biológicamente interesantes. La misión principal del RAD es investigar el ambiente de radiación sobre la superficie de Marte, pero la NASA lo encendió en la fase de crucero para que pudiera detectar la radiación también en su camino hacia Marte.
La ubicación de Curiosity dentro de la nave espacial es clave para el experimento.
"Curiosity está viajando a Marte en la 'barriga' de la nave espacial, en un lugar parecido al que alojaría a un astronauta", explica Hassler, quien es el investigador principal del RAD. "Esto significa que el vehículo explorador absorbe las tormentas de radiación del espacio profundo de la misma manera en que lo haría un astronauta real".
Incluso las supercomputadoras tienen problemas para calcular exactamente lo que sucede cuando los rayos cósmicos de alta energía y las partículas energéticas del Sol golpean las paredes de una nave espacial. Una partícula golpea a la otra; los fragmentos vuelan; los mismos fragmentos colisionan con otras moléculas.
"Es muy complicado. Curiosity nos ha dado una oportunidad para medir lo que sucede en una situación de la vida real".
Hassler afirma que las paredes del Laboratorio Científico de Marte han dado el resultado esperado: solamente las tormentas de radiación más fuertes han logrado ingresar en él. Además, las partículas cargadas que penetraron en el casco han sido frenadas y fragmentadas por su interacción con la "piel" metálica de la nave espacial.
"No solamente las paredes son importantes, sin embargo", destaca. "Los tanques de hidracina y otros componentes de la nave espacial también brindan cierta protección".
Los datos aportados por Curiosity ayudarán a descubrir cómo los diferentes subsistemas bloquean y responden a los rayos cósmicos y a la radiación solar. Esta es la información que quienes diseñan las naves espaciales tripuladas por seres humanos necesitan conocer con urgencia. "Planeamos publicar resultados en una revista evaluada por expertos hacia finales de este año", dice Hassler.
El RAD fue desconectado el 13 de julio a modo de preparación para el aterrizaje. Los controladores de la misión lo volverán a encender después de que Curiosity se pose en el cráter Gale. Luego, los investigadores conocerán qué radiación espera a los astronautas sobre la superficie misma de Marte.
"Nadie jamás ha medido esta clase de radiación desde la superficie de otro planeta", señala Hassler, "apenas estamos comenzando".
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